viernes, 6 de octubre de 2017

LECTURAS | Sobre la altura de los edificios 1,5 (a+r)

A raíz de mi columna de la semana pasada, quisiera profundizar en cómo el sistema de planeamiento en Lima basa el concepto de densidad en aspectos estéticos y no prácticos. Específicamente, no existe un vínculo entre el acceso al transporte público y la densidad. En cambio, tenemos una norma que relaciona la altura de los edificios en base a los anchos de la avenida donde se ubican. La altura de las edificaciones es algo distinto a la densidad; sin embargo, están correlacionadas.

Desde Vitrubio, y seguramente antes, la proporción ha sido un factor clave en el diseño de las ciudades. En base al concepto de proporción, existen normas en algunas ciudades, incluida Lima, que establecen la relación entre la altura de un edificio y el ancho de la calle donde está ubicado, estableciendo la altura máxima permitida de un edificio en base al ancho de la calle. Por ejemplo, en muchos casos se establece una altura permitida de 1,5 (a+r), lo que quiere decir que el edificio puede ser 1,5 veces más alto que el ancho de la vía (a), incluido el retiro (r). 



En lugares como Londres, durante los siglos XVIII y XIX tenía sentido respetar este tipo de parámetro. Justamente estos aseguraban la presencia de luz natural en las calles y los edificios, en un clima nórdico, donde los inviernos son oscuros y fríos. En cambio, en Lima la sombra ayuda a controlar el calor durante el verano. En invierno, la ciudad no tiene sombra debido a la difusión de la luz a través de la espesa niebla que nos cubre durante nueve meses del año.

En términos de proporción, la norma es arbitraria, y en el mejor caso, solo estética. Al decir que las calles son más agradables cuando tienen una proporción de 1:1 como en el Centro Histórico de Lima o 1,5:1 como las normas lo establecen en varias zonas de la ciudad, es ignorar casos como las calles de Manhattan o Venecia, donde la proporción puede llegar a 6:1 (la altura es seis veces el ancho de la vía). En el centro de París, durante la época de Haussmann, había un límite de altura de 20 metros, independientemente del ancho de la calle. Por esta razón, la proporción en una calle es diferente a la de una avenida.

En nuestra ciudad, la norma promueve un sentido de proporción, pero no mira la realidad. En vez de imitar conceptos estéticos europeos de urbanismo, sería más lógico voltear la mirada hacia la futura red de transporte público o qué barrios tienen mejor acceso a lugares de trabajo o a equipamientos públicos. Basar las densidades en estos factores prácticos sería algo que traería un beneficio real en la calidad de vida y en los tiempos de viaje de las personas que viven en esta megaciudad.

Por Angus Laurie - Diario El Comercio
Fuente: http://elcomercio.pe/lima/1-5-r-angus-laurie-268783

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